Aunque cada niño tiene unas necesidades, en líneas generales la temperatura ambiente ideal es entre 20° y 24° durante el día y entre 19° y 21° por la noche. Para conseguir esta temperatura constante y evitar los cambios bruscos de temperatura es preferible instalar el aire acondicionado en toda la casa y no limitarse a una sola habitación. Hay que tener en cuenta que lo que más daña la salud de nuestros hijos es que haya una diferencia de más de 10° entre un lugar y otro.
Lógicamente, debemos procurar que nuestros niños no reciban directamente el chorro del aire acondicionado, una precaución que debemos extremar en el caso de los bebés. Conviene ventilar bien todas las habitaciones de la casa para renovar el aire y colocar humidificadores para compensar la sequedad que produce el aire acondicionado.
También hay que tener en cuenta las alergias que pueden ser producidas por los aparatos de aire acondicionado. Si no se revisan y limpian los filtros con frecuencia, el polvo y los ácaros se van acumulando en su interior. En todo caso, el uso del aire acondicionado debe estar motivado por el bienestar de los más pequeños que son los que más riesgos corren con el calor.